Yo, que he sido la mejor,
bailando reggaeton a todas horas
y qué demonios hago ahora.
Si esto es fe tómame,
tómame o sal corriendo
que me da mucho miedo
y no sé cómo hacer.
¿Pero qué marcianada de canción es esta? Parte de la banda sonora de «˜La Llamada’, un musical que se define como «Una comedia sobre la amistad, el primer amor, el electro-latino y Whitney Houston». ¿Con esa descripción qué te puedes esperar? Pues ni más ni menos que una marcianada fantástica que se ha convertido en la mejor obra de teatro de la temporada.
¿Es la obra más intelectual y profunda de la cartelera Madrileña? No. Ni falta que le hace porque es simplemente la mejor: fresca, original, divertida, sin prejuicios, tierna y… simplemente feliz. Esa es la clave, una obra feliz. Estoy seguro de que sus creadores, los televisivos Javier Calvo y Javier Ambrossi, Javi y Javi, la han «˜parido’ de forma orgánica, como un torrente de ideas, una tormenta de creatividad, en días y noches de risas, diversión y… buenas vibraciones. Y eso se nota. Los actores lo notan, interpretando desde la energía, la luz, la sonrisa, y el público lo nota, conectando, riendo, y sintiendo con ellos desde el primer momento.
¿El argumento? A ver, por dónde empiezo… Dos adolescentes pasan el verano en un campamento regentado por monjas aficionadas a las coreografías y a los deportes extremos mientras tratan de sacar su primer single como dúo reggaetonero al tiempo que descubren a Dios y su sexualidad. O algo así. Y qué más da. Lo importante es dejarse llevar por esos personajes, esa energía, esa falta de prejuicios y esa mezcla de ternura, alegría, sensualidad… y música de Whitney Houston. Porque a Dios le gustan las canciones de la diva.
Un reparto en estado de gracia encabezado por una guapísima Macarena García que está llamada a ser una estrella y a la que te quieres comer a besos (lo confieso, cuando pasó bailando delante de nuestras butacas no pude evitar gritarle un «¡Guapa!» cual fan loca), una estupenda Gracia Olayo que da vida a una divertida monja en la más pura tradición de Sister Act o Sor Ye-Yé, una tierna Belen Cuesta a la que te entran ganas de abrazar (y darle otro vestido para quitarle ese horroroso de flores que se pone), una descarada Andrea Ros que es la amiga del alma y del polígono que todos queremos tener y un gentleman como Richard Collins-Moore que da vida a un Dios con espíritu de cantante negra.



La obra comenzó en el hall del Teatro Lara y su éxito ha hecho que se gradúe al escenario principal. Si esto fuera Nueva York hubiera pasado del off Broadway a los escenarios de Times Square. Pero no lo es, ni falta que hace. Esto es Madrid y «˜La Llamada’ se representa en los escenarios del teatro con la mejor programación de la ciudad, una cartelera que sabe combinar talento con experiencia, artistas jóvenes y nuevas propuestas. Y hablando de Broadway… si algún productor con ganas de invertir en creatividad se pasa por la ciudad que se deje caer por el Lara porque la alegría y la fuerza sobre el escenario se entiende aquí, en Nueva York y en la China.
Vayan. Que no se lo cuenten. Disfruten, rían, emociónense y déjense llamar… quizás hasta vean a Dios. Yo, que he sido la mejor, bailando reggaeton a todas horas, sólo puedo decir gracias Javi y Javi por esta marciana, la mejor obra de teatro de la temporada. Y que vengan muchas marcianadas más.
*¡Y no dejéis de coleccionar los fantásticos programas de mano, uno por cada personaje! Un extraordinario delirio del diseño kitsch en la onda de Pierre et Gilles que hará las delicias de los amantes de los colores pastel.
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Es una obra excepcional. Recomiendo a todo el mundo que vaya a verla.
Excelente. Se necesitan inyecciones de positivismo y respeto al prójimo como éstas!!!
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