
Fuimos a Five Guys y sí, son ciertas las leyendas.
Eran las 22:30 de la noche del viernes, el típico bullicio madrileño y un ‘pequeño gran local’ con mucha luz que aparecía en medio de la calle Gran Vía. Una cinta no muy larga dividía a dos tipos de personas, los jodidos locos amantes de las hamburguesas que son capaces de esperar un buen rato por probar aquellas famosas hamburguesas que tanto gustan a Obama y todas los demás habitantes del planeta tierra.
Al entrar, un buen golpe de olor a carne, ¡buen comienzo guys! muchísima gente, delante y detrás de la barra.
Y llegó el momento de pedir. Lo que parecía sencillo se convirtió en todo un problema, ‘¿cómo me la pido?’ ‘¿añado pepinillos?’ ‘¿Mostaza?’ ‘¿Mayonesa?’ Todo eran dudas. Al final nos decidimos por una hamburguesa con:
- Carne (obviamente)
- Queso (obviamente)
- Tomate
- Lechuga
- Cebolla a la plancha
- Ketchup
- Mostaza (Why not?)
No pude no acordarme de cuando era pequeño y mi abuela me envolvía esos bocatas de nocilla. Nos dieron esto:
Y cuando lo abrimos, ¡ay amigos!
A partir de aquí, nuestro consejo es que vayáis, lo probéis y decidáis si Obama ha sido o no un buen presidente.
- Sabor8
- Precio6
- Presentación8
El precio final del menú es un poco caro para ser fast food.
A pesar de ser 'fast food' la carne estaba buena, bien cuidado.
Las patatas son brutales, pero brutales.