Jueves. Cinco de la tarde. Un calor del demonio en la capital. Necesito ideas para escribir este post y, tras una lucha encarnizada con Google durante un par de días un rato largo, encuentro EL restaurante. Pregunto por él a conocidos y amigos y ninguna queja. Todos los que lo conocen me hablan bien de Taxi a Manhattan, así que me digo «¿por qué no? Venga Daniel, sal a bailar que tú lo haces fenomenal hazles una visita».
Madrid en la época estival es la ciudad perfecta: los trabajadores estresados se van lo más lejos posible, las terrazas tienen sitios libres, las modernas provincianas los estudiantes se retiran a sus lugares de origen, Secret es un lugar mejor y todo es maravilloso a pesar de la posibilidad de combustión espontánea que tenemos que asumir si salimos a la calle. Ma-ra-vi-llo-so he dicho.
Dicho esto, para los que nos quedamos aquí sufriendo las inclemencias del señor Sol, tengo una pregunta: ¿Y si nos liamos la manta a la cabeza y nos vamos a Nueva York? Vosotros diréis «¡qué genial!«. Pues sí, es genial, pero no vamos a coger un avión. Por mucho menos de lo que os cuesta el viaje, el restaurante conceptual ‘Taxi a Manhattan‘ nos trae lo mejorcito de allí a unos minutos del centro de Madrid, concretamente en la calle de la Basílica, 17 (Nuevos Ministerios).
El lugar se divide en tres espacios: la zona de abajo es Manhattan, la parte del fondo está ambientada en Central Park (con un cuadro inmenso hecho de césped y una puerta de un característico taxi amarillo) y el espacio que hay escaleras arriba está inspirado en el puente de Brooklyn (graffitis incluidos) con la mejor vista de todo el restaurante. Y además, dos terrazas: una exterior y otra acondicionada para los peores días de invierno y de verano.
Pero seguimos sumando. ¿Qué ayuda a que te introduzcas de lleno en la ciudad de los rascacielos? Su cocina (oh, sorpresa) americana, es decir, abierta para que puedas ver desde el cristal cómo cocinan; sus neones y carteles luminosos con bombillas al más puro estilo Broadway y, sobre todo, sus actuaciones en directo de jazz, piano incluido. UN PIANO DE COLA. Lloro.
Sus propietarios aman la ciudad. Porque a la Gran Manzana hay que quererla sí o sí. Cuando regresaron a Madrid de uno de sus muchos viajes se prometieron no volver a echarla de menos, por lo que decidieron traer su esencia a la capital española.
Por todos es sabido que en Nueva York lo que menos hay son neoyorquinos, y que es una ciudad polivalente, en constante movimiento, llena de contrastes y de mezcla, y todo ello se plasma en la gastronomía del restaurante, que fusiona lo nuestro con lo suyo, lo local con la típica American way of life. Pero nada de comida basura. Sin ir más lejos, el plato estrella es la presa ibérica a la brasa marinada en naranja y teriyaki con piña. Ojocuidao. Y aunque 20/25 euros pueda parecer algo caro para un bolsillo medio, la ocasión lo merece: una vez al año no hace daño y, si aún así no podéis con ello, de lunes a viernes hay menú del día por 12 euros. Así sí, ¿no?
Pero ya si realmente te quieres sentir como Carrie Bradshaw, con o sin Manolos, lo que no puedes dejar de probar son sus cócteles. Entre ellos, cómo no, el famoso Cosmopolitan, aunque la carta es bien amplia. Gracias a las manos cocteleras de Bryan (más salao que un hipertenso), Carrie no notaría la diferencia entre su amada Nueva York o nuestra Gran Manzana a la española.
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