Antes de comentar esta secuela, he de decir que la primera parte de Insidious me dejó completamente traumatizado. De hecho, cuando recuerdo la secuencia en la que el niño baila por la casa, aún se me sigue poniendo la carne de gallina. Digo esto para que partamos de la idea de que yo considero Insidious la película de terror del momento (quizás no fuera del todo redonda, pero sí contaba con las secuencias más escalofriantes). Mejor dicho, consideraba: mi idea cambió cuando vi su secuela.
Insidious II va a por todas. Si en su predecesora se nos daba algún respiro, en esta ocasión, no hay una sola secuencia en que no pase algo terrorífico. La película está construida de tal forma que el espectador es incapaz de descansar un solo momento y sale completamente exhausto de la proyección. James Wan, director también de la primera y de Expediente Warren, sabe cómo hacer cine de terror. Es un maestro y con esta secuela se ha coronado por completo. Ya sólo con la primera secuencia tiene al público con el corazón en un puño.
La película arranca donde acabó la anterior: Josh Lambert regresa del mundo de los muertos y trae consigo a una de las criaturas del otro lado: nada más y nada menos, que la novia de negro que nos aterrorizó en la primera parte.
En la primera secuencia de la película, regresamos a la infancia de Josh. Su madre llama a una especialista en temas paranormales (la médium que muere al final de la primera entrega) y realizan una grabación en la que el niño entra en trance. Esta secuencia, en la que apenas hay un susto, está rodada de tal forma que ya nos hace sudar de lo lindo. Además, no es gratuita como en la mayoría de las películas del género, sino que tiene sus repercusiones en el resto de metraje.
Comienza así un torbellino de emociones, sustos y gritos que nos mantienen pegado al culo al asiento. Además, esta secuela es mucho más redonda porque cuenta con una trama mucho más elaborada. Mientras que en Insidious se nos presentaban las reglas de esos viajes astrales que realizaba el niño, en el segundo capítulo, (casi) todo sucede en el mundo de los vivos y, por lo tanto, hace a la cinta mucho más aterradora.
Si en la primera parte os decía que me aterrorizó la secuencia del niño, en esta, la secuencia de los vasos conectores le sigue a la zaga. Wan consigue construir un terror que huye del susto y que se basa en grabar a fuego imágenes terroríficas en el ojo del espectador. Sólo la mujer caminando por los pasillos, el piano que suena sin ser tocado o, como digo, esos vasos que conectan con el más allá y la posterior huida del armario de la joven muerta, hacen que no podamos pegar ojo por la noche.
Además de toda la parafernalia paranormal, si hay algo que asusta es la interpretación de Patrick Wilson y su más que creíble caracterización. El actor vuelve a brindarnos una de sus interpretaciones más brillantes gracias a un arco de transformación al más puro estilo Nicholson en El resplandor.
Nos vendían Expediente Warren como la mejor película de terror desde El exorcista. Quizás el hecho de quedarse todo el rato en nuestro mundo y no fantasear con mundos paralelos, hacen que para algunos sea mucho más terrorífica pero, Insidious 2, aparte de conseguir mejorar la primera, mantiene un atmósfera mucho más aterradora y consigue quedarse en nuestro cerebro por más tiempo, lo que, al fin de cuentas, es lo que se pide a una película de este tipo.
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