Qué maravilla, hacer la compra. Pasear por los interminables pasillos de tu supermercado de confianza hasta encontrar lo que buscas. Llenar tu nevera vacía con las últimas ofertas y los productos más low cost que encuentres. Ay, la compra.
Los supermercados deberían ser lugares tranquilos en los que las personas como tú y como yo pudiésemos comprar pacíficamente. Pero, amigos, la realidad es muy distinta y a veces conseguir el último cartón de leche de soja puede traer consecuencias dramáticas.
Guía de supervivencia para hacer la compra
Evita las horas puntas y los fines de semana. Los domingos están hechos para que las #señoras hagan cola en el supermercado y, desafortunadamente, tú con ellas. Sé que no tienes tiempo entre semana, pero cuando llegues al supermercado y te toque esperar 20 minutos para pagar una lechuga, acuérdate de mí.
Corre hacia las ofertas. Piensa que has vuelto a la clase de educación física del instituto y corre hasta ese paquete de queso al 50% antes de que te lo quiten. Solo los más rápidos conseguirán el tesoro.
Sonríe a los cajeros aunque ellos no te sonrían.Pueden oler tu miedo, lo vi en un documental de la 2. En el fondo de su corazón te aprecian, pero están muy cansados y el uniforme siempre queda mal.
El 3×2 es tu amigo. La experiencia es un grado y las abuelas lo saben: comprar grandes cantidades sale más rentable. Siempre que tengas espacio donde meter toda esa cantidad de botes de conservas.
Si tienes hambre no entres. No hay nada más peligroso en esta vida que hacer la compra con hambre, acabarás con el carro lleno de chocolates, patatas fritas y de tu dignidad. Dile adiós a los meses de gimnasio y busca una excusa para tu entrenador personal.
No compres online. En serio. Tu espíritu aventurero se merece vivir esta experiencia inigualable (por muy caótica que sea).
Dentro de unos años, cuando hacer la compra sea considerado como un deporte olímpico (y de riesgo), te acordarás de mis consejos y me darás las gracias por continuar con vida.