Pensaba yo un día como otro cualquiera de este invierno sin fin a dónde podría enviaros yo, una semana más, para vuestro disfrute quincenal. Mientras escribo estas líneas, El Corte Inglés ya ha sido inundado de corazoncitos. Enemigos de Cupido, temed: San Valentín se cierne sobre nosotros.
Para todos aquellos que no estéis familiarizados con la melosa festividad, sabed que San Valentín se basa en demostrar mucho y muy fuerte que queréis a vuestra pareja más que los 364 días restantes. Y, por supuesto, que queréis a vuestros novios más que el del al lado al suyo a base de besos de tornillo por doquier, flores, bombones, peli romántica y/o cena. Y folleteo. Empotramientos desenfrenados también por doquier. Pero como yo no he venido a hablaros de la asignatura transversal de San Valentín (de eso se están encargando ya mis calenturientos compañeros de Lifestyle), hoy os voy a ayudar a preparar el plan previo para que la noche sea de 10. Por eso, hoy he decidido traer a escena «La china mandarina».
El pasado año, Fran Echegoyen decidió dar a la luz «La China Mandarina» (Plaza de Cascorro, 17 – metros La Latina, Tirso de Molina) en pleno centro neurálgico del hipsterismo madrileño: entre Lavapiés y La Latina, el bar se levanta como un remanso de paz en una de las zonas más transitadas del centro de la capital. Decorado por el estudio de interioristas Plantea (con un estilo característico que impregna cada uno de sus proyectos), los tonos neutros, la madera clara, el mobiliario ligero, la luz, las plantas y las flores -custodiadas por un árbol mandarino al fondo del salón- inundan cada centímetro de «La China».
Ofrece desayunos, comidas y cenas al más puro estilo mediterráneo tradicional, una cocina sencilla pero fusionada con guiños a la cocina asiática: ensaladas ya hechas o al gusto con un toque de alga wakame, humus, calzone, cocas, tortillas, croquetas de setas, carrilleras y postres de frutas con chocolate forman parte de una carta en continua renovación. Tampoco se perdona la hora del vermú con decenas de tapas, cervezas artesanales y vinos; los cafés de media tarde y, por supuesto, los brunch (16 euros) domingueros trasladados al sábado porque, seamos sinceros, un madrileño medio a las 11 de la mañana de un domingo no come: duerme. O está pasando frío/calor/la resaca en el Rastro.
Además, hoy, en maravillas del mundo moderno: «La China» cuenta con wi-fi gratis y regletas bajo las mesas para conectar ordenadores, iPad’s, iPhones y demás iArtilugios que usáis los modernos, lo que os permitirá trabajar a gusto, desatestar Starbucks y ¡sorpresa! el café no cuesta un riñón. Además, «La China Mandarina», multicultural ella, también acoge exposiciones y representaciones de micro-teatro. De 09:30 a 00:30 entre diario y hasta las 02:00 los fines de semana, por unos 15-20 euros el cubierto -o un menú del día por menos de 10 euros- podéis coronar un San Valentín de sábado sabadete, con camisa nueva y… y no os olvidéis de un regalo bonito, o la flecha de Cupido podría acabar dándoos en la cara.
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Fotos: madriddiferente.com
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